Biosphere/Atmosphere interaction of disturbed forest ecosystems: A story with split ends

Dentro del amplio campo de interés de fuentes/sumideros de carbono y el comportamiento de los ecosistemas naturales, los bosques, los grandes y dinámicos depósitos terrestres de carbono atraen una atención especial. Como el conocimiento del balance de carbono de los bosques intactos se hace cada vez sólido, los estudios de las perturbaciones de los ecosistemas como el fuego, las cosechas o las tormentas de viento se hacen cada vez más importantes. Las áreas con derribo de árboles por la acción del viento pueden convertirse en una importante fuente de carbono durante largos períodos por los restos de madera en el suelo que no se recuperaron; en contraste con el comportamiento general de sumideros de carbono de los ecosistemas forestales, incluso los maduros intactos. La dinámica y la magnitud de los procesos de renovación del carbono terrestre son en gran parte desconocidos. A nuestro entender, a nivel mundial se presenta la primera evaluación a largo plazo en el intercambio neto de carbono en los ecosistemas dentro de un ecosistema forestal intacto alterado por el viento.

La descomposición de los restos leñosos que yacen en el suelo puede conducir a una importante emisión neta de carbono en esas áreas. Los nutrientes lixiviados de la biomasa muerta probablemente aceleran el recrecimiento de la planta, dando lugar a un cambio prematuro de la zona perturbada de fuente a un sumidero de carbono, en comparación con una zona clara modificada por el viento o la agricultura.

Un estudio de tres años sobre el intercambio neto anual de carbono en los ecosistemas muestra que el viento es una fuente de carbono, tanto para el CO2 como para el reactivo (también llamado compuestos orgánicos volátiles, COV). En particular, la vegetación muerta apenas ha sido considerada como una fuente importante de compuestos orgánicos volátiles que afectan las propiedades de oxidación de la atmósfera con consecuencias para la salud humana y servicios de los ecosistemas (es decir, cosecha de cultivos, sumideros de carbono). Compuestos orgánicos volátiles y otros contaminantes atmosféricos también ejercen una importante influencia sobre el clima y las precipitaciones. Pero, durante el día, en los días cálidos y soleados de verano, el viento actúa como un sumidero neto de carbono, lo que indica que la fotosíntesis realizada por los pocos árboles que quedan y por la vegetación emergente (hierba, abeto joven escasa, etc.) supera la respiración dos años después del derribo de árboles por el viento, dando lugar a una Producción Bruta del Ecosistema (PBE). Además, la nueva vegetación emergente es mucho más diversa que los bosques de abetos maduros con una retroalimentación positiva en términos de sumideros de carbono y las emisiones de compuestos orgánicos volátiles.

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